Una de las sustancias más consumidas por el ser humano es el azúcar, que desde la antigüedad se ha convertido en un deleite que si bien no es adictivo como se dice, pero que su efecto sobre nosotros para liberar serotonina, la hormona del bienestar, ha hecho que siempre recurramos al azúcar especialmente en momentos de celebración y de estrés.
Aunque el ser humano ha podido probar alimentos dulces gracias a la fructuosa en las frutas, miel y otros vegetales, la lactosa en la leche, y otros tipos de glúcidos presentes en la naturaleza, no fue hasta una época más actual cuando comenzamos a utilizar el azúcar de mesa que hoy conocemos.
Se dice que fue hace dos siglos aproximadamente cuando se comenzó a producir y comercializar el azúcar cristalizada de fácil almacenamiento y uso. En Europa, las primeras pistas de azúcar de mesa que se conocen han sido en los banquetes de la Reina Isabel I de Inglaterra.
Fue entonces que comenzamos a ver los primeros efectos negativos del azúcar, cuando se documentó que a la Reina Isabel comenzó a volverse dependiente de esta sustancia, que sus dientes comenzaron a tomar un color negro. Esto pudo haber marcado una extraña tendencia de moda en la época, donde las damas comenzaron a teñir sus dientes de negro para imitar la apariencia de la realeza.
Y es que tener dientes negros debido al azúcar, era una señal de alta alcurnia, riqueza y lujos, un dulzor que ningún campesino o aldeano podría experimentar debido a la exclusividad del cristal comestible.
No fue hasta que Europa se embarcó en búsqueda de nuevos destinos del otro lado del infinito mar, es que llegaron a selvas húmedas y cálidas ubicadas en las islas del caribe. Ahí encontramos a la isla de Barbados, el lugar ideal para cultivar caña de azúcar al por mayor, volviéndose parte del comercio común y abaratando sus costes, llegando a su vez a cada vez más personas de todo tipo de economía.
El azúcar se volvió tan codiciado que se convirtió en toda una industria que levantó la economía de los países productores y que garantizó el abastecimiento a nivel mundial, teniendo un auge impresionante hasta principios del siglo XX.
Como era de esperarse, el efecto de bienestar que causaba en las personas, hicieran que muchas personas en el mundo excedieran su consumo sin conocer o preocuparse de las consecuencias en la salud.
Una vez que se conocieron a profundidad las enfermedades y daños a la salud que causa en el ser humano, no fue dado a conocer al público en general por parte de la industria azucarera, que temía un declive en su gran economía. Y no fue hasta hace muy poco, que investigadores publicaron la evidencia de cómo esta industria ocultó y manipulo documentos, muchas veces culpando al uso de la grasa animal para preparar alimentos de las enfermedades que el azúcar causaba.
Razón por la cual, toda una generación fue manipulada por los medios de comunicación para detener a toda costa el consumo de grasa de animal, que si bien también tiene sus efectos sobre la salud, no eran tan exageradas como la industria del azúcar hizo pensar.
No ha sido hasta ahora, que somos más conscientes de que no debemos excedernos en el consumo de azúcar, especialmente si se trata de azúcares altamente refinados y blanqueados, además de ser más conscientes en el uso de etiquetas para poder encontrar los azúcares ocultos en los alimentos.
Actualmente ya sabemos que el azúcar, consumido en cantidades que exceden el recomendado, causa daños a la salud muy evidente como el sobrepeso y la obesidad tanto en niños como adultos, así como problemas dentales.
Luego tenemos los efectos poco evidentes que se empiezan a mostrar una vez que se ha desarrollado enfermedades como la hipertensión, diabetes, problemas cardiovasculares y cáncer, entre otros, que conocemos muy poco.
Los efectos del azúcar sobre nuestra mente del que pocos nos hablan
Nuestro intestino, una de las partes más importantes de nuestro cuerpo encargado de absorber y repartir todos los nutrientes y elementos necesarios para el bien funcionamiento de nuestro cuerpo, es actualmente considerado el “segundo cerebro” que poseemos, esto debido a su conexión directa con nuestro cerebro, razón por la cual los científicos ya están tratando de averiguar una forma para tratar problemas mentales a través del mejoramiento de nuestra microbiota intestinal.
El intestino tiene su propio sistema nervioso que funciona autónomamente, y a veces “toma decisiones” por sí sola sin que el cerebro tenga que enviar señales o estímulos. Sin mencionar que el 70% de las células que conforman nuestro sistema inmune se encuentran aquí, así que no es nada descabellado pensar que, si nuestra alimentación es mala, toda nuestra salud se verá colapsada, especialmente la cerebral.
Es así como han descubierto en 2012 que el azúcar puede causar un daño directo en nuestra memoria, esto luego de que la Universidad de California descubrió que controlar el consumo de la fructuosa puede alterar las capacidades de aprendizaje y memoria en nuestro cerebro.
Investigadores del Departamento de Neurología de la Universidad de Halle en Alemania, también corroboraron estas conclusiones en su estudio titulado “Niveles más altos de glucosa asociados con una menor memoria y una reducción de la microestructura del hipocampo”, actualmente disponible en Neurology, publicado en octubre de 2013.
En 2021, un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Georgia, la Universidad del Sur de California y la Universidad de California, titulado “Los taxones microbianos intestinales elevados por el azúcar en la dieta interrumpen la función de la memoria” publicado en 2021 en Nature, también demostraron la relación de la microbiota intestinal afectada por el exceso de azúcar, a su vez afectaba también al desarrollo neurocognitivo.
Memoria
En resumen y en palabras simples, podemos decir que estos y otros estudios relacionados han encontrado una relación muy estrecha entre los problemas de memoria y el consumo de azúcar que sobrepasaban el máximo aconsejable.
Y no solo hablamos del azúcar de mesa o estándar, también de las azúcares refinadas e incluso la fructuosa presente de forma natural en frutas y vegetales, las cuales, al consumirse de forma excesiva durante varios años, pueden afectar las capacidades mentales de aprendizaje y retención de información.
También se encontró que los adultos que consumían excesivas cantidades de alimentos excedentes de azúcares, manifestaban todos estos achaques más tarde. Razón por la que no es recomendable que los niños consuman muchos dulces, postres y jugos, que normalmente se le permiten por ser altamente activos y no presentar riesgos de padecer enfermedades como la diabetes, pero que está comprobado podría pasar la factura en su etapa de adultos jóvenes y posterior debido a las alteraciones que se van realizando a lo largo de la niñez en el hipocampo.
Depresión, ansiedad y más trastornos mentales
Como mencionamos antes, un intestino en mala forma, debido al consumo excesivo de grasas, azúcares y carbohidratos, provoca que al mismo tiempo seamos incapaces de enviar los nutrientes necesarios a nuestro cerebro.
Un cerebro desequilibrado, también hace “corto circuito” nuestro sistema nervioso central, trayendo problemas de trastornos mentales como la depresión crónica y ansiedad generalizada, es decir, periodos prologados de años o toda la vida con síntomas de malestar que afectan la calidad de vida de las personas e incluso atentar contra su vida, ya que también está relacionada con el desarrollo del Alzheimer.
El pésimo desempeño en los estudios de jóvenes afectados por el exceso de azúcar, ha provocado desempleo y enfermedades costosas
Ya no es extraño que niños y jóvenes en edad escolar tengan un mal desempeño en la escuela debido a una alimentación alta en azúcar, disminuyendo sus capacidades de memorizar y mantener la atención el tiempo necesario.
Comer dulces, galletas o jugos azucarados antes de hacer las tareas o ir a la escuela, pueden presentar problemas para mantener la atención, y pueden tender a estar más hiperactivos e incómodos estando sentados, causando que su cerebro libere cortisol, la hormona del estrés que solo empeora la memoria y su capacidad de poner atención.
Estudios médicos han observado que el área del hipocampo encargado de la memoria a largo plazo y la capacidad de procesar información abstracta como las matemáticas, se inflama y es incapaz de funcionar adecuadamente. Lo peor del asunto, es que esta información es desconocida por la mayoría de padres y profesores, muchas veces pensando en que los niños son “malos” o “flojos”, cuando en realidad todo es reflejo de la dieta que se realiza en casa.
La Organización Mundial de la Salud, recomienda que reduzcamos o eliminemos en lo posible los azúcares libres, es decir, las que incluyen los alimentos y bebidas empaquetadas, y mejor brindar esa azúcar necesaria para la salud a partir de las frutas y verduras enteras y su jugo recién exprimido.